Claro que a todos nos gusta que nos saquen una instantánea lo mejor posible cuando nos tomen una foto para la posterioridad, aunque las fotos más graciosas a veces salen justo cuando menos esperamos haber sido eternizados. Las fotos 'artificiales', como a mi me gusta llamarlas, estas grabaciones donde enseñamos unas risas falsas con posturas imposibles, serán colocadas en los álbunes familiares, que luego nadie quiere ver. Pero las tomas 'naturales', cuando nos graban justo en estos momentos menos esperados, se convierten realmente en las más buscadas y (ad)miradas.
Mientras nosotros nos colocamos en la mejor postura para perfilar toda nuestra gracia en una sola foto, o por lo menos pensamos que lo estamos haciendo, a los animales les mueve la curiosidad acercándose a la lente de la cámara. La inocencia y el movimiento natural les convierte en los modelos mejor valorados por los artistas fotográficos, que sean profesionales o amateurs, que sus competidores humanos.
La curiosidad les hace acercarse e imitar al personaje, que está detrás de este aparato con un único ojo. Los animales observan con cierta despreocupación a la persona de enfrente, que está haciendo el payaso doblándose, torciéndose y tirándose al suelo en poses abstractas, buscando la perspectiva perfecta. Y parece que esten divierténdose y siguiendo nuestro juego.
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