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domingo, 29 de noviembre de 2009

Dos días de arena. 1º día.

19 de Noviembre. ¡Os secuestramos! - hasta la costa oeste.
Un recorrido de dos días en imágenes.


1º DÍA. Pasamos el desierto a la altura del Barranco del Pecenescal.
¡Arriba los ánimos! - y la montaña. Los próximos tres kilómetros y medio hay que subir unos 170 metros de diferencia de altura, y solo el primer kilómetro y medio es un camino de tierra dura, el resto es arena, arena y más arena.


Después de algo más que una hora recibimos nuestro premio:


Una fantástica panorámica sobre la costa noroeste.

... aunque no todos están tan entusiasmados ... !!!

Pero aún no nos paramos aquí. Seguimos nuestro camino hasta la costa. A partir de este punto el camino hacia abajo va en picado; es fácil y suave andar por las dunas de arena que se generaron en este lado de las montañas, parecido al andar por algodón. Mientras bajamos estaba pensando, que hay que volver de la casi altura de mar a unos 215 metros de altura dunas arriba. ¡Qué divertido será!


Llegados casi al pie de la montaña, nos encontramos con una duna gigante ...


... que ahora sí es más interesante para jugar ...


... y desde allí tenemos una grandiosa vista a lo largo del Barlovento, la costa oeste de Jandía, hasta donde acaba la isla.


¡ A volver !


martes, 19 de mayo de 2009

Desierto artístico


Hoy le quiero llevar al otro lado de la isla. A un lugar donde apenas se nota la civilización, donde la naturaleza predomina sobre el entorno, donde la posibilidad de encontrarse con una cabra es mayor que la de cruzarse con un ser humano: la costa oeste de la zona desértica conocida como el Istmo de La Pared, parte del Parque Natural de Jandía.

Cruzar estos cinco kilómetros saliendo desde Costa Calma y con viento fuerte de frente le va a llevar una horita. No se olvide ponerse unos zapatos cómodos, no le valen ni chanclas ni tacones.

Al contrario que Sotavento, donde las largas playas llaman la atención de cualquiera por ser una costa arenosa sin similitud alguna en el continente europeo, el lado opuesto no parece ser de la misma isla. Salvo la inmensa playa de Cofete, el resto de la costa de Barlovento es rocosa, arisca, con aguas turbulentas.





No obstante, este ambiente brilla por otras razones. Cuando se ha dejado el desierto atrás y bajado hasta la costa, pare un momento, cierre los ojos y no haga nada, solo sienta el viento dejando gotitas minúsculas sobre su rostro, escuche la melodía de las olas y respire este aire que llena la boca de sabor salino.


Cuando emprenda su caminata en este paseo marítimo natural que encuentra justo a los pies de las montañas cubiertas de arena a la altura del mar, no se olvide que ha de volver, los kilómetros en este paisaje solitario se suman fácilmente y el ambiente particular le hace perder el sentido del tiempo.






Le esperan curiosas formaciones de rocas a lo largo del camino, que parecen ser de un escenario de fantasía, absolutamente imaginario, uno de estos paisajes que suelen salir en los sueños. Los miles de años de erosión de mar y aire han esculpido formas fantásticas y grotescas, han dejado obras que parecen irreales y le hacen sentir que camina por un mundo surrealista.




Aquí algunas fotos para que pueda hacerse una idea de qué se va a encontrar, pero créame: ninguna cámara será capáz captar este impresión que el ojo humano ve en el mismo instante que el cuerpo lo siente y lo huele. La cámara solo hace fotos, que nos recuerdan estos momentos. Y más adelante, cuando revisamos las fotos, el cuerpo asocia esta imagen con lo que hemos sentido en aquel momento.