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miércoles, 22 de abril de 2009

... de tempestades y tiempos adversos ...

"Der Wind, der Wind - das himmlische Kind."
Este dicho poético alemán - "El viento, el viento - el hijo etéreo." - hace referencia a lo imposible que es para el humano influir en ciertos fenómenos terrestres, usándolo cuando el viento tira un vaso, dobla un árbol, se ha llevado un tejado.



Buscamos la sombra para huir del sol, abrimos el paraguas para que no nos moje la lluvia, nos envolvemos con abrigos, bufantas, gorros y guantes si tenemos frío.
¿Y si hace vendisca? ¿Vendaval? ¿Viento de verdad? Este viento, cuando se necesita llenar los bolsillos de los niños con piedras para que no se los lleve el hijo Eolo...

No basta con bajar la persiana, enchufar la calefacción, poner el aireacondicionado o abrir el paraguas. ¿Poner un gorro para cuidar el peinado? Ilógico por si mismo. Mejor cortarse el pelo a cero. ¿Poner una chaqueta? Nos infla como globos y salimos volando...



"Hace viento..." - "It's stormy..." - "Welch ein Wind...!" oímos estos días más a menudo en diferentes idiomas, empezando con este comentario la conversación y al mismo tiempo buscando un sitio más tranquilo, una esquina más protegida del soplo de Eolo.

¿Tan adverso es?

En las montañas de Bavaria, en el sur de Alemania, donde se encuentran las montañas más altas, hasta el pueblo más pequeño que haya habido tenían un cura, un académico y un 'empuja-nubes', un "Wolkenschieber", como cuentan las leyendas bávaras.
En las temporadas sin una gota de aire su trabajo ha sido mover las nubes, según las necesidades de los agricultores, para dar sombra, sol o lluvia. Sus herramientas de trabajo eran palos largos, muy largos y para ejercer su profesión subió a las cumbres más altas. Desde allí arriba pinchó las nubes y las movió adonde hizo falta. En temporadas de viento el tenía que frenar estas nubes de algodón, por las mismas razones.



Nos olvidamos de los sensaciones que sentimos con el viento, los beneficios que nos trae. Respiramos aire puro, un aire que ha pasado meses viajando por los óceanos, enriquecido con minerales, coloreando los mejillas de los niños, llevándose los humos y gases, dejándonos un paisaje costero peculiar con estás olas gigantescas, que suelen ser devastadores en las peliculas de acción, cuando el tiempo adverso arrasa la tierra donde toca.





Estos días les recomiendo acercarse a la costa oeste en tiempo de marea alta, donde hay
acantilados y rocas. La Pared, Ajuy, la costa de Tindaya, Majanicho, El Cotillo - por nombrar algunos sitios con fácil acceso. Las fuerzas de la naturaleza - el mar y el viento - se juntan y son casi imparables, dejándonos impresiones sorprendentes, digno de cualquier escenario cinematográfico. ¡No vayan sin cámara!, lo lamentarían.



¡ Pero cuidado !
¡No sean imprudentes! No subestimen las fuerzas naturales si no quiere que sea su última foto que haga... - en caso que llega a hacerla.





lunes, 27 de octubre de 2008

Un trabajo duro

Los objetos más fotografiados en la isla son sin duda los molinos de viento, más o menos bien conservados y restaurados. Salvo algunas excepciones, la mayoría de estos testigos del pasado se encuentran situados en la periferia de los pueblos norteños - Valles de Ortega, Villaverde, El Corte, El Roque son solo algunos ejemplos.

Poca gente se acuerda del duro trabajo de un molinero y su familia. Hoy día compramos la harina directamente en el súper, en paquetes de uno, dos o 5 kilos. Todo el proceso está automatizado y ayudado por máquinas, desde la carga hasta el empaquetado. Una labor de la que ha tenido que encargarse el molinero y la molinera por completo con una única ayuda, la del viento.

Pero como ya he dicho, esto es historia del pasado. Hoy día nos fascinan los molinos por lo poco común que son en el actual paisaje de nuestro mundo moderno. Por suerte algunos nostálgicos han salvado estos inmuebles del derribo, los han reformado y en algunos casos los molinos más grandes han sido destinados como vivienda.

En la isla no hay molinos tan grandes como para vivir en ellos, pero sí hay más que una docena bien conservados, y hoy día se encuentran bajo protección estatal, declarados como patrimonio histórico. Uno de los mejor restaurados es el molino de Los Llanos de la Concepción, situado en la perifería del pueblo, accesible a través de algunos caminos de tierra.

Merece una visita.